miércoles, 17 de febrero de 2010

CUENTO DE MIÉRCOLES

FOTOGRAFÍA

Era una mujer de ojos tristes, su mirada estaba perdida, como si no sintiera la mano que tocaba sus hombros, o la piel del niño que tocaban las suyas.
Cuando tome su fotografía fue como dejar que mil historias fuera liberadas, historias en silencio, sin final, sólo las letras que pasan asfixiando los sentidos. Me conmovía en cierto modo saber que antes de casarse era conocida como "la huérfana". Un mote lleno de odio y del más obtuso deseo de marginar, aquél sobrenombre que se centra en las diferencias y que al final nada dice de la persona.

II
Camino por el que había sido su cuarto, de pronto desfilan imágenes de ella con su esposo, la pasión si la hubo, la violencia evidente, los gritos apagados, el sentido de angustia que se queda impregnado en el espejo roto.

Cuando llego al cuarto de su hijo descubro una calidez inusitada, como si alguien a toda costa lo hubiera querido proteger de cualquier sobresalto emocional. Lleno de color, con recortes en papel o con figuras de telas circundando el techo. El cuarto pequeño no parecía incómodo, antes bien acogedor. Ya no sobreviven los muebles solo la decoración y el color cielo de las paredes, con las manchas habituales de un niño, pero sin ninguna marca de lo que fueron sus padres.

III
Me detengo una vez en su fotografía, sus ojos en la nada, su mirada triste, su boca inexpresiva, pero como si deseara gritar mil veces.

Ahora que está casa está vacía, me pregunto si podrá gritar desde lugar en el que ésta. Lugar oscuro, en dónde las barras de metal se convierten en amigas, y los seres humanos que tienes a tu lado son tan extraños como hermanos, tan cómplices, o viles traidores.

Esa mujer es una asesina, y su esposo ya no existe, y sí... también en un tiempo la llamé tía.

FIN

Luis Enrique Olivares Guevara

PD. Esta semana es semana de podcast y semana de Feria del Libro.

Seguimos leyéndonos.

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